Dragonslayer, de Duncan M. Hamilton


Lo he mencionado numerosas veces en este blog, a mí hay muchos libros que me entran por los ojos. Una portada bonita, una buena campaña de marketing. Y en parte lo disfruto, esa emoción por algo desconocido, por descubrir una historia que promete sensaciones interesantes. Y es precisamente ese efecto el que genera expectativas que se van al garete bastante rápido. Antes de seguir la reseña echadle un vistazo a la portada de este libro. Y luego al título. ¡Cazadragones! ¡Portadón con dragón! Sí, ¿os suena de algo esto, eh, Priorato del Naranjo? No aprendo.

Dragonslayer está situada en el mismo mundo de fantasía pseudomedieval de la antigua trilogía de Hamilton. En este caso la historia gira alrededor del viaje de redención de un tipo cuya meta consiste en acabar con la criatura mítica que da nombre al libro (y a la trilogía), algo que, por supuesto, cambiará el curso de los acontecimientos en el reino y en todo el continente. Lord Guillot, que en su día fue un gran guerrero y ahora es el lord de un pequeño pueblo inspirado en Francia (creo que se llama Villerauvais o algo por el estilo, lo siento pero no retenía ninguno de los nombres al leer) se tira a la bebida cuando su mujer muere. Es entonces cuando el dragón aparece y Guillot ve la oportunidad de dejar esos años de ebriedad y de deshonra atrás. Monta un grupo de personas con los que viajar y cruzar el país y sale en busca del dragón. No hay más, por el camino se encuentra a personajes, bandidos, trabas con soldados, etc. Nada que no hayamos leído antes.


Y ahí radica mi problema. No tengo reparos en leer una novela de fantasía sencillita, o incluso clónica. Me gustan las novelas de aventuras, disfruto de los dragones, de las batallas, de personajes heroicos que se levantan del charco de barro y resurgen de un trauma. Son historias que me llaman la atención, aunque sean olvidables. Pero cuando una historia que has leído cientos de veces está contada sin gracia, sin personalidad, sin un atisbo de estilo, entonces todo se va al garete y se vuelve insoportable. Dragonslayer es un libro que tenía todo los números para gustarme, para evadirme durante un fin de semana: dragones, caballeros, un libro breve (no llega a las 300pgs), una premisa conocida... Pero está escrito con tan poca gracia, los personajes son tan sosos, y la tensión está tan mal llevada que se me hizo eterno el viaje con Guillot a lo largo de estas 300 páginas. El libro no cuenta nada, no reflexiona sobre apenas nada que no sea la típica frase de taza de Wonderful. Los personajes no tienen ningún tipo de conexión emocional y se nota demasiado la artificialidad de su diseño. Se nota que estás leyendo un libro escrito por un tipo, y no una historia. Eso sin contar con que el final es tan predecible que solo con la sinopsis ya intuiréis dónde y cómo va a terminar. Una lástima, porque era una novela en la que había puesto unas expectativas bastante bajas pero que ni siquiera así ha llegado a cumplir. Por si hay algún interesado, los dos siguientes libros de la trilogía están al caer, el segundo ya ha sido publicado y el tercero está ahí ahí. Y por supuesto, con unas ilustraciones de cubierta despampanantes.

Comentarios

  1. Que de fallos tiene, y eso que había escuchado buenas cosas del autor.

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  2. Ostras... Eso sí que es una crítica demoledora XD
    La verdad es que se quitan las ganas por completo...

    Saludos!

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  3. Tenía cierto interés en este libro por las mismas razones que tú, la portada y la sinopsis. Porque al autor no lo conocía de nada. Al principio pensé que era un seudónimo de Peter Hamilton por pasarse a la fantasía. Pero nada, entre las reseñas reguleras que le dan los ingleses en Goodreads y los fallos que comentas, que últimamente son bastante habituales en los nuevos títulos de fantasía, se me han quitado todas las ganas de leerlo.

    Gracias por el aviso!!

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