Nota: esta reseña es una colaboración con Isa Janis, de A través de otro espejo, para el Especial Celsius232 2019.
Ismael Martínez Biurrun asegura en el prólogo a La glándula de Ícaro que nadie escribe ciencia ficción como lo hace Anna Starobinets. Es una frase ambigua y que puede interpretarse de varias maneras, pero desde luego Starobinets es una autora indiscutiblemente sobresaliente. Son las ideas y la el contenido lo que hace de Starobinets una autora especial, destacable y única. A lo largo de esta reseña intentare justificar estas afirmaciones que comparto con Biurrun en su prólogo (uno que recomiendo leer, ya que no es un texto de relleno cualquiera). Le debemos el Sol a Nevsky por acercarnos a la autora Rusa en español (autora desconocida en inglés, por cierto). Anna Starobinets es un desparrame de ideas originales y de una pasmosa habilidad para exponerlas en un texto breve y contundente. Si algo carateriza las historias de La glándula de Ícaro, además de lo ya mencionado, es que siempre llegan al límite de lo que la idea pretende desarrollar. No deja cabos sueltos, no se queda a medias, profundiza hasta rascar el fondo. Y a Starobinets le sobran escrúpulos para escribir y describir y contar. Un escalofriante universo que a veces se torna depresivo, oscuro y tenebroso.
La glándula de Ícaro presenta siete relatos inclasificables a los que antes me he referido como ciencia ficción (o ficción científica como dice Biurrun) pero que podrían ser weird, terror o fantasía sin problemas. Una pesadilla para el marketing y los libreros, un gozo para el lector curioso. Esta tremenda sensación de desasosiego que mencionaba antes viene dada por historias donde la autora alude a nuestro sentido de la responsabilidad pero al mismo tiempo descubre que, en ocasiones, ciertos devenires son inevitables. Y es esa inevitabilidad la que desciendo un velo pesimista sobre el lector. Muchos textos denuncian la alienación inevitable de la sociedad propiciada por el avance tecnológico. Starobinets se encuadra en esa tradición rusa de la desesperación, de la tristeza profunda por el ser humano. Sus paisajes parecen sacados de los cuadros de Zdzislaw Beksinski.
En el relato que da nombre al título una mujer debe decidir si esterilizar a su marido adúltero para evitar que vuelva a engañarla y así eliminar su apetito sexual, algo que en ese mundo ya está normalizado y se aplica a todos los varones cuando llegan a la madurez. A destacar también Siti, donde la ciudad como ente devorador cobra otra dimensión. Pero quizá sea el relato de El parásito el texto más perturbador y que puede dejar una huella mucho más profunda. Ciencia ficción y terror se mezclan para especular sobre la humanidad, ¿y si tan solo se tratara de un estado embrionario de una especie superior? ¿Y si fuéramos larvas de algo mayor? Anna Starobinets aborda temas tan dispares como los viajes en el tiempo y qué motivaría a un viajero temporal, o la peligrosidad de encomendar la educación de los niños a las máquinas. En definitiva, un libro impresionante, de un lirismo impecable y con una traducción virtuosa que firma Fernando Otero. La labor de edición de Nevsky es impagable, y solo por autoras como Anna Starobinets doy gracias de la existencia de esta editorial.
Llevo unos días pensando en que libro me podría comprar de la autora, tan solo por conocerla. Siempre habláis muy bien de ella varios del fandom y mundo bloggero, y tengo curiosidad tanto por escucharla hablar (me temo una nueva Mariana Enriquez que nos deje anonadados) como de leerla. Y ahora que le doy más al formato breve que novela, creo que esta puede ser mi elección de compra.
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