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Synners es una novela de ciencia ficción ciberpunk publicada en 1991. Es la segunda novela de Pat Cadigan (la primera fue Mindplayers), una de las pocas (si no la única) autora recordada y reconocida del primer movimiento ciberpunk de los 80 y principios de los 90. De hecho Synners es considerada como una de las últimas novelas de este subgénero de la ciencia ficción antes que otros autores como Jeff Noon o Richard Morgan más adelante retomaran el género con una versión más modernizada y menos punk del mismo. Synners es una coral bastante larga y con una gran cantidad de información, mucha de la cual es puro atrezzo que, si tuviéramos que resumir de alguna forma, sería esta: una nueva tecnología llamada “sockets” (enchufes) permite a la gente conectarse a una red neuronal global. Para una descripción más gráfica, el método con el que se conectan a Matrix Triniti y Neo. El caso es que aquí la gente lo usa para experimentar en persona videoclips de rock. Hay que reconocer que esto es algo chocante en 2019 y desde luego un pelín inocente, pero luego volveremos sobre este tema. Además también existen las referencias a las líneas de datos, algo ya obsoleto hoy en día que le da ese toque retro innegable.
La tecnología en este libro no es lo importante, de hecho es casi magia, por como Cadigan lo explica, ya que es bastante imaginativo. Pero lo interesante es precisamente lo que para mí hace tan intrigante al ciberpunk: cómo los humanos nos desarrollamos o vivimos con estos nuevos elementos. Dentro de esta sociedad están los Synners (con y) que son personas que descargan las imágenes de los cantantes de rock (o de los grupos), las empaquetan y las venden para el disfrute personal de cada uno. Creo que es bastante claro el símil que podemos hacer aquí con la actual cultura de youtube, Instagram, influencers, streamers, celebrities y demás. Incluso con la tecnología VR cuya presencia se impone día a día, especialmente en los videojuegos. Lo cierto es que si cambiáramos grupos de rock por videojuegos esta novela sería mucho más profética de lo que ya es. Synners surge de un relato que escribió Pat para la revista Omni titulado Rock On, que de hecho está disponible en su antología Patterns. En este relato se especulaba con esta tecnología para experimentar en persona vídeos de rock.
Quizá el aspecto negativo del libro sea su poca concentración en los personajes. Digamos que de los primeros 10 capítulos, 9 están protagonizados por personajes nuevos. Es decir, las primeras 100 páginas se las pasa introduciendo a nuevos personajes. Muchos de los cuales no volverán a aparecer. En realidad los protagonistas son tres, Visual Mark, Gabe y Gina. Los tres son Synners (una palabra compuesta entre Sinners, pecadores y Synthetizers, sintetizadores), y diseñan estas experiencias neuronales, aunque cada uno con sus propios motivos. Gina quizá es la que menos acepta este sistema mientras que Mark está tan metido que parte de su mente se ha diseminado por los sistemas de esta red. Las interacciones entre los personajes son extrañas, y no ayuda mucho que Cadigan a menudo describe la realidad a través de su percepción alterada por las drogas, capítulos que demuestran que Cadigan tienen una habilidad tremenda para la narrativa pero que pueden resultar tediosos, ya que a menudo tan solo contribuyen a crear atmósfera.
¿La trama? Bueno, es complicado. El libro está tan fragmentado y juega precisamente a confundir al lector, a sentir ese agobio claustrofóbico que se convierte en algo un tanto impreciso. Podríamos decir que en realidad es bastante simple y poco original: una gran corporación quiere aprovechar la tecnología de sockets con intenciones no demasiado éticas. Pero Cadigan también introduce los virus en esta red neuronal y aquí está uno de los puntos fuertes de libro. Me cuesta seguir comentando cosas de esta novela sin entrar en muchos detalles. Es cierto que Synners es una novela MUY noventera, MUY punk y muy poco amable con el lector. Es dura, es complicada de seguir, el inglés necesario es alto y requiere de paciencia e interés por parte del lector. Pero creo que la sensación final es gratificante. Es un libro desafiante y escrito por la única autora que llegó a Mirroshades, la famosa antología de los mejores autores de ciberpunk. Un libro que no hay que olvidar, atrevido y poco convencional. Es una lástima que Cadigan dejára su producción en la década de los 90 y desde entonces se haya dedicado a escribir esporádicas novelas de algunas franquicias. Me hubiera alucinado seguir leyendo sus historias especulativas.
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