Las tres muertes de Fermín Salvochea, de Jesús Cañadas


Nota: esta reseña la escribí para la revista Supersonic #8. 


Que la nostalgia vende y está de moda es evidente. Lo vemos en los cientos de productos y subproductos que nos inundan. Nos hacemos mayores. Personalmente, lo celebro. Lo retro siempre ha tenido un toque atractivo para mí. Pero no todo vale. Jesús Cañadas (Los nombres muertos, Pronto será de noche) lo sabe. Como buen seguidor de la cultura pop ochentera y noventera, se nota que es consciente de que jugar con la nostalgia es bailar sobre el filo de la navaja. Su nueva novela, Las tres muertes de Fermín Salvochea tiene un poco de nostalgia, sí, pero es mucho más. Porque está claro que “todo ya se ha contado, y solo lo contamos a nuestra manera”, pero hay que saber hacerlo. Y Jesús Cañadas sabe.

Cádiz es la protagonista de toda la novela. Una Cádiz atemporal, sin época, histórica. En ella suceden hechos, historias, relatos. Jesús Cañadas decide coger algunas de estas historias y contarnos un cuento. Uno de muerte, de perdón, de tragedia, de aventuras. Primero, Cádiz de 1873, donde Fermín Salvochea es nombrado alcalde de la ciudad, tras instaurarse la Primera República. Salvochea era un conocido anarquista y debido a su ideología, sus decisiones políticas estuvieron siempre envueltas en polémica. Segundo, Cádiz de 1907, Fermín Salvochea muere y se convierte en leyenda, en mito, en misterio. Juaíco, el antiguo barbero de alcalde, y actual viejo borracho, le decide contar la historia, su historia, la de esa Cádiz que recuerda, a su hijo Sebastián. Pero los relatos siempre, siempre son mentira, por los recuerdos pasan por el filtro de nuestra percepción, y no existe la verdad absoluta. ¿Qué es cierto? ¿Qué se inventa Juaíco? ¿Cómo de fantástica fue y es Cádiz?



Sebastián, junto a sus amigos, forman un grupo de jovenzuelos de lo más carismáticos y entrañables. Sus correteos por las calles de Cádiz permiten al autor retratar su ciudad natal de forma minuciosa, pero sin cargar. Cádiz está repleta de secretos y misterios, y cuando una serie de misteriosos y brutales asesinatos manchan las empedradas calles de la ciudad, los jóvenes saldrán a investigar con las historias de Juaíco en la cabeza.

Jesús Cañadas escoge una estructura narrativa a dos tiempos, una situada en 1873 y otra en 1907. En la primera, Salvochea comienza como alcalde, y en la segunda, muere. En la primera, narrada por Juaíco, hay fantasía, hay leyendas, y hay niebla. Mucha niebla. Porque la memoria está nublada. En la segunda hay tragedia, hay muerte, hay realidad. O no. Ambos tiempos deben converger en algún momento. Las tres muertes de Fermín Salvochea es una novela de aventuras, histórica, de terror, fantástica… catalogadla como os sintáis más cómodos. Ante todo, es literatura. Y es una novela entrañable y escrita con gran oficio. Una novela que, en definitiva, (y quizá en realidad) trata de la relación parental entre un padre e hijo separados por una inmensa grieta. Con esto fue con lo que me quedé yo, tras carreras, muertes y piezas de puzle. Con un padre que no sabe ser padre, ni persona, y un hijo que simplemente no sabe. Esta historia es desgarradora, divertida y apasionante, Jesús Cañadas ha subido el listón tras la magnífica Pronto será de noche (Valdemar). Y como la propia Cádiz, parece destinada a convertirse en una obra atemporal.

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