Carlos Bassas
es uno de esos autores que dan un salto enorme entre novela y novela, cuyo
estilo evoluciona, cuyos temas se encrudecen y cuyo tono se hace cada vez más
personal. Es cuando un autor ataca con su propio estilo y su propio mundo,
temas de actualidad que nos tienen a todos pendiendo de un hilo, cuando me doy
cuenta de lo grande que puede ser. Siempre
pagan los mismos es la segunda novela del inspector Corominas, publicada en
la editorial Alrevés (especializada en policíaco y novela negra), y es una crítica
directa y cruda al mundo en que vivimos, a la sociedad española en general, y
al propio ser humano.
San Marcial
es un barrio obrero de la ficticia ciudad española de Oficia afectado por la
crisis, y Antonio Falcón lo domina con puño de hierro. Se podría decir incluso
que es su dueño, una especie de mafioso que ofrece una falsa protección precedida
por amenazas. Es una persona religiosa hasta decir basta, pero quizá lo peor de
todo es que Falcón es un oficial de la policía de Ofidia. Por estas razones y
seguramente por muchas más, Falcón es asesinado, y es el inspector Corominas, y
no otro, el encargado de acercarse al lugar. El cadáver de Falcón está
destrozado, un asesinado repleto de violencia.
Carlos Bassas
arroja sobre la mesa sus cartas, corrupción, violencia, dinero negro, robos,
deshaucios, y en general, todo lo que conlleva un mal gobierno que en vez de
gestionar un país, se dedica a saquearlo. Pero con estas cartas no solo juega
una buena mano, sino que se dedica a construir un castillo de naipes, sólido y con
una buena estructura. El estilo de Carlos es pulido, ajustado y controlado, la
lectura es natural y tiene un ritmo regular durante todo el libro. No he leído
demasiada novela negra, pero por mi experiencia, este tipo de obras suelen
contener personajes amargados o que sueltan improperios continuamente, el
estilo suele ser sucio y oscuro, pero con Carlos ocurre algo muy peculiar. Su
estilo es limpio, y sí, sus personajes sueltan (bastantes) tacos, pero no necesita
de un tono oscuro para crear una atmósfera oscura, pues eso lo hacen los
propios personajes, las propias situaciones. No hace falta más que nombrar un desahucio
para formarnos una imagen mental de la situación: desesperación, llanto,
violencia, ataques de pánico, dolor… Y esto es un punto añadido a la
dificultad. No son pocas las novelas que he leído que utilizan estos elementos
y quedan como panfletos rabiosos ante una actualidad que nos deja impotentes.
Pero Carlos consigue que el texto no se vea mermado por ese posible panfleto,
sino que encima consigue una obra personal y repleta de fuerza. Corominas,
nuestro protagonista, no es ningún héroe, es un hombre normal, pero mundano de
verdad, de los que discuten con su padre, de los que tienen que ir al médico.
De los que dudan. De los que no tienen respuestas para todo, sino que andan
desesperados buscándolas.
Siempre pagan los mismos está repleta de personajes
secundarios bien construidos y que no suponen relleno, sino que tienen sus
historias, su pasado y sus propias personalidades. Ofidia es una ciudad viva,
en decadencia y en plena caída, pero en la que ponemos nuestros pasos mientras
leemos la novela. En definitiva, Siempre
pagan los mismos es, hasta la fecha, la mejor obra que he leído de Carlos
Bassas, donde se ve a un escritor más maduro, a un Carlos que se busca y se
encuentra y en el que vemos mucho más cómodo con el tono. Un Carlos que todavía
espero ver desatado en siguientes novelas, ya que el potencial de este escritor
es indudable.
Hola :) Al igual que tu, la novela negra no es mi fuerte, debo admitirlo, pero hay que leer y probar de todo. La parte crítica me atrae, sobre todo por la situación que vivimos en España, claramente reflejada por lo que parece, pero sin caer en el panfletismo, lo cual es bueno. Me lo anoto, gracias por el descubrimiento. Un abrazo^^
ResponderEliminarRecuerdo que en la reseña de El honor de la mortaja, de Carlos, me dijiste que te leerías algo de él, ¿cayó la breva? De todas formas esta novela es muy, muy recomendable.
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