Ediciones B publicó El aliento de los dioses (título en
inglés: Warbreaker) en su colección
Nova en 2011, con prólogo de Miquel Barceló y traducción de Rafael Marín. Esta
novela autoconclusiva de Brandon Sanderson originalmente había visto la luz en
2009, cuatro años después de que Elantris,
su primera obra en el mercado, fuera publicada con una gran acogida por parte
del público. A pesar de que el mismo Brandon Sanderson afirma que los
planteamientos de ambas novelas son similares, El aliento de los dioses no ha tenido la misma repercusión que Elantris a nivel de premios y crítica. Y
es una pena, puesto que El aliento de los
dioses funciona de maravilla como introducción a la obra del autor. Tiene
la prosa pulida característica de Sanderson (con giros argumentales más
trabajados que en Elantris) y trata
algunos de los temas comunes de su obra: el choque cultural o de clases, el
crecimiento personal del héroe, el individuo convirtiéndose en símbolo y los
matices de la fe.
Partiendo de cuatro puntos de
vista distintos, El aliento de los dioses
trata la historia de dos países, dos hermanas, un hombre-dios, un luchador
misterioso y una espada mágica. La novela empieza con Dedelin, el monarca de
Idris, que ha criado a su hija Vivenna en la obediencia y el respeto para enviarla
a un país enemigo, con el fin de que se case con Susebron, el temido rey-dios
de Hallandren, como acordaron los dos países enemigos en un tratado de paz. Sin
embargo, cuando llega el momento, Dedelin decide sacrificar en su lugar a la
joven y alocada Siri. Vivenna, dispuesta a cumplir con su destino y a salvar a
su hermana, viaja a T’Telir, capital de Hallandren, donde intenta encontrar
inmigrantes de Idris que la ayuden en su misión. La historia de ambas hermanas,
enmarcada en el conflicto entre hallandrenses e idrianos, se verá entrelazada
con la de dos hombres. Por un lado, con los deseos de Sondeluz, un Retornado de
la Corte de los Dioses, hombres convertidos en divinidades. Por otro, con los
designios del misterioso Vasher, que utiliza sus poderes biocromáticos para
animar objetos y sobrevivir en las calles de T’Telir, acompañado de la espada
parlante Sangre Nocturna.
A nivel de ritmo, como suele ser
habitual en Sanderson, el planteamiento de la novela se alarga demasiado, si
bien en este caso, al tratarse de una obra autoconclusiva, se puede justificar
el exceso de páginas haciendo referencia a la necesidad de contextualizar la
geografía, la religión o el alcance de la magia. Con todo, como también suele
ocurrir con los libros del autor, pasado el primer tercio introductorio, la
novela empieza a entrelazar tramas y a complicar conflictos y, prácticamente, a
leerse sola. Como también suele ocurrir con obras de Sanderson, el desenlace es
algo apresurado, pero deja suficientes cabos atados como para resultar
satisfactorio.
Como he mencionado al principio, Sanderson
ha mencionado los paralelismos entre El
aliento de los dioses y Elantris,
novelas que considera a la vez hermanas y opuestas. De hecho, para ejemplificar
los planteamientos contrarios de las dos novelas, hace referencia a una línea
argumental que ambas comparten: la de la joven (Siri/Sarene) enviada a otro
país para casarse con un gobernante (Susebron/Raoden). Mientras que en Elantris
el futuro esposo ha fallecido (o eso parece), en el segundo la joven debe
afrontar las nupcias hasta las últimas consecuencias. Querría hacer hincapié en
los modos opuestos de proceder del autor para ambas novelas. Si bien en Elantris la trama se mueve cuando los
personajes se mantienen fieles a sí mismos (los sabios siguen siendo sabios,
los líderes lideran, los religiosos se mueven por su fe), en El aliento de los dioses los personajes
se ven obligados a evolucionar y enfrentarse a lo que más temen (Siri y Vivenna
tendrán que aprender a ponerse en el lugar de la otra, los nobles tendrán que
callejear y los amantes de la discreción deberán asumir el papel de héroes).
En ese sentido, El aliento de los dioses es más similar
a lo que había sido la trilogía original de Nacidos
de la Bruma (publicada en inglés entre 2006 y 2008), una obra también muy
basada en el cambio y la empatía. Si en Nacidos
de la Bruma la figura del héroe que se cuestiona su papel es central para
la saga (encarnada en la divinidad y el gobernante, papeles que se intercambian
constantemente Kelsier, Vin, Elend y el Lord Legislador), en este caso también
tenemos estos mismos dos arquetipos principales (el gobernante y el dios) que
se confunden. Susebron, silencioso y temible, contrasta con el Retornado
Sondeluz, un bon vivant carismático,
que recibe irónicamente la adoración de la gente. Pero ambos, de un modo u
otro, encarnan al humano convertido en símbolo a través de la teología que,
aunque se cuestione su propia divinidad, es capaz de convertirse en un avatar
del cambio. Porque algo crucial en la obra de Sanderson es su aproximación a la
religión, que a menudo funciona como una herramienta que controla política y/o
magia. Sin embargo, más que limitar y controlar, en la obra de Sanderson la
religión sirve para hacer destacar la capacidad de elección, por encima de los
motivos comunes del sacrificio y la exaltación. También las hermanas, Siri y
Vivenna, se verán obligadas a representar el papel de embajadoras de su tierra
en un lugar extraño. Como Sarene en Elantris
o Vin en Nacidos de la bruma, son
mujeres jóvenes inteligentes y adaptables, obligadas a replantearse sus
prioridades y cuestionar las lealtades de quienes les rodean, puesto que tanto
las calles más sórdidas como la pomposa corte tienen peligros comunes. Cierra
el elenco de personajes Vasher, un antihéroe de corte clásico, lleno de
secretos y de moralidad ambigua.
No quisiera alargarme hablando
sobre el sistema de magia (os recomiendo como referencia los artículos “La
magia de Brandon Sanderson [1/2]” y “Glosario de Cosmere”), pero no me gustaría
pasar por alto un aspecto fundamental de la magia biocromática. Como cada
persona tiene un aliento, que no se puede robar pero sí ceder, y el poder de un
individuo depende del número de alientos que posea, la magia biocromática
supone un gran ejemplo de adherencia a Las Leyes de la Magia del autor. La
novela incluye un apéndice en el que se explica el comportamiento de este tipo
de magia y su descubrimiento avanza con la trama, de forma que cuando un
conflicto se soluciona con magia biocromática de manera creíble, lo hace porque
el lector la comprende bien (Primera Ley). La magia biocromática no carece de
peligros y deja muy vulnerables a los que trabajan con ella (Segunda Ley);
además, a su alrededor se ha montado un comercio de alientos, es una necesidad
para los seres que necesitan consumirlos (como los Retornados, dioses frágiles,
que requieren alientos con frecuencia para sobrevivir) y un tema cuestionable
dependiendo de la religión y la cultura de cada país (Tercera Ley).
De El aliento de los dioses destacaría su valor en tres frentes. El
primero, como obra de ficción por sí misma. El segundo, como parte del Cosmere.
Para acabar, hay que tener en cuenta su valor como ejemplo, ya que varias
versiones y revisiones de la novela fueron publicadas con licencia Creative
Commons en la página de Sanderson, donde todavía se pueden consultar y
comparar. Esto encaja con la faceta como educador de Sanderson, de cuyo enfoque
de la enseñanza de la escritura creativa os habló recientemente mi compañero Sergio
Llamas en el artículo de Brandon Sanderson Infinito titulado “Brandon Sanderson
y la Escritura Creativa”.
¿Veremos segunda parte de El aliento de los dioses? Sí. ¿Pronto?
No, ni siquiera para el estándar de trabajo del autor. La última actualización de
“State of Sanderson” (como titula Sanderson en su blog la lista en los que ha
estado trabajando y la lista de los que tiene pendiente), que data de diciembre
de 2014, menciona que sus próximos proyectos son Calamity (tercera parte de la saga Reckoners) y el tercer volumen
de La Guerra de las Tormentas. Después le gustaría concentrarse en las secuelas
de Elantris y, solo después, se
plantea la continuación de El aliento de
los dioses, titulada tentativamente Nightblood
(como, en efecto, la espada de Vasher). Brandon Sanderson afirma tenerle
ganas al proyecto. No es el único.
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