El pasado 22 de abril asistí a puerta cerrada a una charla
que daría mucho que hablar y me daría mucho que reflexionar. Un grupo de
bloggeros/prensa/frikazos estábamos sentados
en la sala de conferencias de la librería Gigamesh, a eso de las 15h. Expectantes
y con nuestros bolígrafos, libretas y cámaras a punto, alguien nos sorprendió
por la espalda. Un hombre alto y con un
sombrero de paja color crema nos observaba con una leve sonrisa. “Hello”
dijo. Y fue hacia la mesa sin dejar de sonreír.
El autor de La Casa de Hojas publicada en
octubre por Alpha Decay y Pálido Fuego
estaba allí, entre nosotros. Mark Z.
Danielewski.
Debo admitir que yo no he leído todavía La Casa de Hojas y lo lamento mucho, pues esta charla hubiera sido
mucho más interesante de haber tenido ciertos datos. La verdad es que las
preguntas que le hicieron al autor me parecieron bastante sesudas y muy afiladas.
Bravo por esos bloggeros.
Os he traído vídeo de la ocasión. Toda la charla grabada. El
único “problema” es que está íntegra en inglés pues no hizo falta
interpretación. Aun así voy a hacer un
breve resumen de algunas cositas que se comentaron y me parecieron
interesantes.
Lo primero que hizo Mark fue dejar claro que esta novela la
había empezado a escribir hacía 25 años y la
publicó hace 15, por lo tanto sus sentimientos, pensamientos y demás sobre
el libro habían cambiado mucho y su memoria ya no es lo que era.
Para Mark, La Casa de
Hojas no es solo un libro. Es una experiencia lectora. Un objeto que tiene
vida propia y que él se amputo para poder seguir adelante. El libro ha seguido
creciendo sin él y viceversa. La Casa de
Hojas es un experimento, una experiencia. Pero como Mark dice, el libro
exige a un público con imaginación dispuesto a sumergirse en sus páginas y a
colaborar con lo que él presenta. “El lector es quien va a dar luz a los
oscuros pasillos de la Casa. Sin él, no hay espacio.”
Hay una anécdota muy curiosa y sobrecogedora sobre su libro
y un lector. Mark explica que recibe todo tipo de feedback de lectores de edad
avanzada, adultos o incluso adolescentes de 13 años. Un día se encontró con un
hombre que le dijo que no se había leído su libro pero que su hermana, que se
había intentado suicidar sí lo había hecho y gracias a La Casa de Hojas había
ido saliendo de la depresión.
Mark dijo que el cambio tecnológico que ha vivido su libro
no ha afectado mucho a la experiencia pero sí que nota que hay un público que
busca mucho más sentidos ocultos en su novela.
Para él su libro es una experiencia colectiva que va más
allá de buscar secretos y descubrirlo todo sobre un libro. Markconsidera que la lectura de La Casa de
Hojas es un acto creativo por parte del lector mismo, quien dibuja esas
paredes y esas esquinas en su mente. Él prepara el lienzo y pone los colores y
el lector lo pinta. Un cuadro nuevo por cada lectura.
Mark deja claro que es un amante de los libros de papel.
Aunque no cierra la puerta a la traducción digital, él no se muestra muy
interesado. Para él, el objeto, el libro
y el papel son esenciales en su obra.
Resultó curioso lo que define como signiconic (señal icónica), donde la frontera entre imagen y sonido
se difuminen. Algo que a él le interesa mucho.
Fue curiosa también su respuesta a un lector sobre la
pregunta de: “¿Un lector puede llegar al fondo de todo? ¿Saberlo todo sobre La
Casa de Hojas?” Mark respondió: “¿Estás enamorado? ¿Desde hace cuánto? ¿Crees
que algún día ya lo sabrás todo y lo habrás vivido todo? Pues para mí, esto es
lo mismo”
Mark destacó el titánico esfuerzo y la pasión que nota en la
traducción de Javier Calvo. Como él mismo respondió, no se trata de que él
busque traductores especiales, o sea un gran reto, o algo muy complicado. Para
traducir su obra solo puede querer hacerlo alguien apasionado y con ganas de un
reto enorme, por eso confía plenamente en los traductores que le proponen. Mark
estaba totalmente satisfecho e ilusionado con la traducción y edición que Alpha
Decay y Pálido Fuego habían realizado con su libro.
O mejor dicho, con el libro habitado por la Casa.
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