El estilo



La literatura y el arte plástico han ido muchas veces de la mano con numerosos artistas, a pesar de ello, su evolución corre por ríos distintos y en cauces diferentes. La literatura ha tenido un avance más lento marcado por sucesos muy parecidos a los que han marcado, por ejemplo, a la pintura. En el siglo XX un artista francés llamado Daniel Buren, dio un paso más allá, su planteamiento era una negación de estilo. Negaba el estilo de la obra y negaba la plasticidad, haciendo una propuesta conceptual.

Rayas. Daniel Buren.
Es un concepto sin duda difícil de asimilar, que hoy en día todavía sigue en proceso de digestión, pero que a mí me llamó la atención sobre todo por lo de la negación del estilo. Buren fue un artista altamente visual y muy conceptual. Lo que me hizo pensar este hombre fue ¿Tan importante es el estilo? Comúnmente, cuando leemos sobre literatura, nos dan consejos como: “busca tu propio estilo”, “perfila tu estilo”, pero, yo creo, que lo que hay que buscar no es el estilo, es nuestro camino, y nuestro sendero puede o no puede cruzar por el mismo tipo de arboleda.

Rayas. Daniel Buren. Conceptualidad innegable, ¿verdad?
Creo que buscar un estilo concreto es encasillarse, definir algo, buscarlo y llevarlo al límite y esto, en mi humilde opinión, hoy en día no es lo que se debe buscar. La experimentación puede ser también un camino. Abrir nuevas puertas y probar de cada fuente, focalizarnos en un punto clave, la escritura, y no en definir un estilo que nos viene dado por definición cultural.
Ya en la época vanguardista, la literatura intentó ir de la mano junto con las artes plásticas, y romper con aquella literatura academicista que había poblado las altas esferas comunes. En poesía se rompió con la estrofa, se cambió la puntuación y la métrica de los versos en poesía, con la intención de acbar con la tóxica y contaminante sucesividad del hecho escrito o leído, signo tras signo, palabra tras palabra. En esta época se buscan nuevos temas, para un hombre nuevo, en una época nueva. Hubo tendencia a hacer plástico de las palabras, con su coloración (por poner un ejemplo muy tardío pero muy conocido, Michael Ende, en su Historia interminable). Aquí el símbolo, tomó un papel importante, acabando por crear formas con el texto para expresar la idea (formando pájaros, flores, hileras de hormigas…)
Murakami posando junto al  graffiti
 de un mono que quiere hablar.

Las reglas de la literatura más vanguardista habían cambiado totalmente y daban rienda suelta a la libertad expresiva de la literatura. Librando incluso de su importancia al tiempo cronológico en orden. Aquí la continuidad de las cosas en un orden racional no tenía sentido de ser, como ejemplo moderno y actual, podemos considerar a Haruki Murakami como un heredero de este concepto, creando espacios atemporales en los que viajamos un poco perdidos.


Roland Barthes, un gran teórico francés, propuso el grado cero de escritura, donde todo lo superficial que no contenía mensaje sobrada. Para Barthes existían tres niveles que definían la expresión del artista en su obra: la lengua, el estilo y la escritura. La lengua es el horizonte compartido por todas por todos los hablantes. Es el límite de lo que se puede decir, un objeto social por definición y no por elección. Para Barthes este punto es de naturaleza del escritor. El estilo es la expresión de su mitología personal y su contexto histórico, la historia de su pasado, sin embargo a pesar de su origen, no es una elección de una naturaleza, como la lengua.

Para Barthes el lugar en que un artista debe centrarse y focalizarse es la escritura en sí misma. A diferencia de la lengua y estilo, la escritura no es naturaleza sino función, se adhiere a las crisis de la historia y a los momentos clave de esta. Su configuración es totalmente simbólica, encierra el discurso del artista en un signo total expresando su postura frente a la realidad vivida. Barthes opone la escritura a la palabra, el cree que el mensaje va mucho más allá de la lengua, la escritura es un signo total y su significado es dado por su unidad de signos y no por la sucesión de estos. La escritura, por definirlo de una manera más sencilla, nace de la reflexión del escritor sobre el uso social de la forma, y será un modo en sí mismo de entender la literatura.
Roland Barthes frente a su esquema de la expresión artística.

Entre otras de sus teorías que son necesarias entender previamente, encontramos la del grado cero de la escritura. Para Barthes este elemento no está integrado sino que es un elemento neutro, apartado. La escritura del grado cero trata de librarse del orden marcado del lenguaje al que tanto aspiraban los escritores y artistas del siglo XX.  Es una escritura amodal y trata de alejar su camino de la literatura convencional por lo que toma una lengua básica ajena al lenguaje literario: “Esa palabra transparente, inaugurada por El Extranjero de Camus, realiza un estilo de la ausencia que es casi una ausencia ideal de estilo”.

Una forma ausente, transparente, una escritura neutra… son conceptos en los que el escritor ha de posicionarse para mostrarse honesto, ya que niega las formas establecidas que llevan una carga ideológica y simbólica que están por encima de la propia intención del autor.
Pero como con casi todo el arte rompedor, la academia acaba por absorber y destruir el concepto, modificándolo y deformándolo a su manera, hasta que la esencia del concepto de Barthes se pierde en erróneas interpretaciones.

Yo, personalmente, no creo que en que exista un estilo, como ya he dicho, pero tampoco creo que la escritura tengo que ser de un grado cero, lo que si comparto es ese grado de neutralidad, olvidarnos del estilo y de las cargas simbólicas que nos son impuestas culturalmente y ser honestos con nosotros mismos, por consecuente con el público que absorbe la obra.

Creo que más importante que buscar un estilo “propio” (cosa harto imposible), deberíamos preocuparnos más por la forma, las herramientas que usamos, y el mensaje que queremos dar, porque al final, lo que queda, es la idea, lo intangible de la obra, nuestra intención.
¿Estáis de acuerdo con estas afirmaciones? ¿Creéis que hay que buscar un estilo y perfilarlo, antes que dar importancia a la escritura? ¿Creéis que Barthes estaba loco y que Daniel Buren  fumaba demasiado?

Comentarios

  1. Para mí la diferencia esta en quienes hacen lo que les gusta a ellos mismos y quienes hacen lo que les gusta a los demás. EL tema de las modas, de buscar un estilo determinado, escribir sobre temas concretos... todo esto forma parte del grupo de gente que no sabe qué hacer y necesita que se lo digan. No es que sea algo malo, simplemente es gente que decide tomar un camino lleno de gente, un camino que existe. Las grandes ideas creo que han salido de gente que no pensaba en nada más que lo que tenían en su cabeza, y buscaban solamente la manera de escribir sus deas, cosa nada fácil. Una vez cnseguido eso, de repente a alguien se le ocurre nombrarlo un nuevo estilo, una revolución, etc.
    Creo que poca gente es capaz de escribir sin tener en cuenta la connotación social, y por lo tanto siempre buscamos maneras de adaptar nuestros errores, para que si alguien lee nuestro trabajo, no encuentre obstáculos o críticas que hacer.
    Al fin y al cabo siempre se sigue un estilo, el que sea, pero para mi lo importante recae en que lo que escribamos, sobretodo, consiga plasmar nuestras ideas y que quedemos personalmente satisfechos con el trabajo. Lo demás no lo podemos controlar.

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  2. Creo que, más allá de la concepción social a la hora de definir "estilo", cuando se dice "busca tu estilo" se hace referencia precisamente a encontrar que forma emplearemos, que herramientas y cual es nuestro mensaje.
    Citando al teórico post-moderno Jean-François Lyotard, y su teoría acerca del fin de los grandes relatos, aplicando esta concepción acerca de una Sociedad actual donde no puede imperar un discurso artístico-literario unánime, esta afirmación de "búsqueda de tu propio estilo" creo que gana fuerza, pues con el cultivo personal podemos desencadenar nuevas expresiones literarias, nuevos caminos, e incluso nuevas definiciones de los fundamentos de la Literatura, que puedan librarse de la subyugacion académica durante algunos años.
    Nutrir a la Literatura con nuestras aportaciones, hablando en términos románticos incluso "dándole de nuestro espíritu", es algo que considero de gran importancia ahora, que va procediendo a un lento declive.

    Los fundamentos de esta los debemos decidir nosotros, así aún se puede perder el influjo de los estilos.

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