Imaginad un puzzle. Este puzzle es enorme, infinito, pero
ante vosotros hay 73 piezas. Cada una de estas piezas tiene un color y forma
muy diferente al resto, tanto que entre estas 73 piezas no parece haber
posibilidad de encajar. Pero si somos atentos y nos fijamos en las piezas vemos
que algunas sí que encajan, de forma extraña y ajustada, pero podemos
juntarlas. Algo así es, bajo mi interpretación, Challenger, la increíble novela que ha escrito Guillem López y han
publicado en Aristas Martínez. Un enorme prisma de historias e instantes,
vivencias y relatos, que suceden alrededor de un hecho central: la explosión
del transbordador espacial Challenger.
Esto es todo lo que os puedo decir como sinopsis del libro.
73 historias, 73 instantes, 73 relatos, que suceden antes, durante o después
del incidente del Challenger. Son 73 piezas de un enorme puzzle, infinito, si
el autor hubiera querido. 73 fragmentos como 73 segundos estuvo el
transbordador elevándose en el cielo. El número es setenta y tres y la pregunta
no es por qué, sino cómo. Lo que más me intrigaba antes de leer este libro, era
cómo había organizado estas historias, aparentemente inconexas en hilo
argumental, entre ellas. Aunque estas historias no tienen relación directa, sí
que comparten elementos. Por ejemplo, todas suceden en Miami, (o en las cercanías
de Miami). Algunas de estas historias comparten personajes de una historia
anterior, y todas, o casi todas, tienen un elemento fantástico. En algunas es
más evidente, y en otras es algo que queda a la interpretación del lector, pero
el factor fantástico predomina sobre todo el libro. Me fascina imaginar cómo
decidió el autor colocar las piezas del puzle, una detrás de otra. Ordenar
setenta y tres relatos no debe ser tarea fácil y me da por pensar en esta tarea
como algo tedioso. Quizá la historia que tenga más coherencia para mí como
lector, además de las que comparten personajes, sea la última, la cual no os
voy a revelar.
Guillem tiene un estilo muy versátil. Leer quinientas
páginas llenas de relatos de unas 5 a 10 páginas, es casi como trepar a una
escarpada montaña, pero la prosa de Guillem es espectacular y el ritmo de la
novela allana esa montaña en una montaña rusa en la cual vamos a disfrutar como
críos. El ritmo no descansa, y aunque la estructura de todos los relatos es
parecida, esto no debería suponer nada negativo. Inicio, nudo y desenlace, en
muchas ocasiones, con final abierto. Este final abierto es el que nos incita a
seguir girando páginas y más páginas. El lector tiene la certeza de que más
adelante encontrará la respuesta a las incógnitas que se han planteado antes. Y
aunque no os voy a desvelar si esto ocurre o no, Challenger es un claro ejemplo de que lo importante, más que el
destino, es el viaje y la experiencia. La
prosa de Guillem está cuidada al extremo y se nota un trabajo de pulido
excelente. Pasando de diálogos que aportan dramatismo a las escenas, a construcciones
narrativas muy potentes que evocan con claridad sensaciones o pensamientos
abstractos, complicados de describir. Además todos y cada uno de los personajes están dotas de una profundidad impresionante para las pocas páginas en que aparecen.
El otro puente fuerte de la novela, en mi opinión, es el
enfoque que hace Guillem del género fantástico. Es irónico que el género
literario con más libertad de creación, sea de los que están más estancados y
evolucione a pasos enlodados. Aunque con ligerísimos cambios, estamos
acostumbrados a ver una serie de productos iguales los unos a los otros. Tanto
es así, que hemos aceptado este fatal destino para el género y celebramos
incluso cuando una leve innovación sucede, que a ojos generales no se trata
nada más que de algo insignificante. Pero esto es lo que nos merecemos, en
parte, por ser lectores de confort. Mientras que escritoras y escritores se
juegan la piel por innovar, tendemos a leer lo mismo una y otra vez y a agradecer
estas obras, mientras que las que son más transgresoras, más divergentes, son
tildadas de extrañas o de incomprensibles. No me voy a detener en citar
autores, pero Aristas Martínez está haciendo una labor excelente en cuanto a
editar obras menos mainstream pero
con un sentido del gusto más peculiar, un estilo diferente y una valentía poco
común en cuanto a salirse de los márgenes pintados. Challenger es un ejemplo perfecto de lo que acabo de mencionar.
Guillem López no solo aborda el fantástico desde una perspectiva diferente,
sino que se arriesga con una estructura poco común, fragmentar el libro en
setenta y tres relatos y que siga siendo un solo libro, una sola historia. La
historia del Challenger. La historia de setenta y tres personas en Miami en
aquel momento. La fantasía no tiene límites, y Guillem López se encarga de
demostrarlo.
En definitiva, Guillem López presenta una obra completamente
diferente a sus dos predecesoras (fantasía épica). Creo que hay dos formas de
leer el libro. Parando tras cada relato, asimilando la historia, reflexionar
sobre la misma, o seguir adelante uno tras otro y juntar las piezas cual loco
desenfrenado. Cuando escribo una reseña me gusta sacar algo negativo y algo
positivo de todos los libros, ser constructivo y ofrecer una opinión que
combine objetividad y subjetividad. Challenger
en su parte formal es impecable, con una edición por parte de Aristas Martínez de
esas que convierten el libro físico en un objeto de adoración y culto, da gusto
sostener 500 páginas en las manos cuando se está pasando páginas en un papel
con un tacto tan agradable. Reconozco que es una obra que no va a gustar a todo
el mundo, creo que está hecha para lectores que busquen algo poco común,
diferente; ya que la obra es exigente. No en el sentido de que plantee enormes
dilemas filosóficos, ni que su lenguaje sea muy complejo. Creo que Challenger le pide al lector que se
sumerja por completo en cada relato, en cada historia, y que crea. No puedo
deciros lo que puede suponer esta novela para vosotros, pero sí puedo afirmar lo
que es para mí. Challenger es un grito que reivindica la fantasía como
forma de Literatura, como una forma de arte. Por ello os recomiendo que
recojáis este puzzle infinito y disfrutéis de su vasto alcance, que tratéis de
encajar piezas y que os maravilléis en cada una de ellas.
Guillem López me parece un escritor fascinante. Dotado de un estilo versátil y de un léxico exquisito, elegante y preciosista nada rimbombante.
ResponderEliminarAcabo de comprar este, su último libro, que aún tardaré un buen tiempo en leer, pero espero que me guste tanto como a ti.
Enhorabuena por la reseña.