Si
tuviera que describir este libro con una sola palabra creo que escogería
elegante. Vamos a llamarla novela de aventuras, ucronía, de misterio y
policiaca, el resultado es una novela que funciona y que destila inteligencia,
humor y como he dicho antes, elegancia. El sevillano Luis Manuel Ruiz no es
nuevo en el oficio. El criterio
de las moscas (Alfaguara, 1998), consiguió el Premio
Novela Corta de la Universidad de Sevilla.
Y Sólo una cosa no hay (Alfaguara, 2000), recibió en la
Feria de Frankfurt de 2001 el Premio Internacional de Novela, Obertura
francesa (Alfaguara, 2002), La habitación de cristal (Alfaguara, 2004), El ojo del halcón (Alfaguara, 2006) y Tormenta
sobre Alejandría (Alfaguara, 2009).
La
editorial Salto de Página demuestra una vez tener un gusto exquisito a la hora
de publicar una obra. Ya sea con Emilio Bueso, con Biurrun, Jon Bilbao o las
antologías de ciencia ficción, terror y fantasía; demuestran que pese a no ser
una editorial estrictamente de género fantástico, el gusto por éste existe.
Cruzar la línea continuamente entre géneros parece una de las políticas de la
editorial ya que es difícil ver un solo libro que se parezca en temática a
otro.
Fue
curioso acceder a esta obra pues me encontraba yo pululando por la inauguración
de la librería Gigamesh y coincidí con el editor de Salto de Página, un tipo
encantador. Con pocas palabras consiguió que yo y unos cuantos más nos
compráramos El hombre sin rostro aquel mismo día. Eso es un buen editor, aunque
también es cierto que la cerveza que hubo de por medio sumó puntos.
La
novela empieza con un asesinato a principios del siglo XX en Madrid. Un hombre
mayor huye por los pasillos de un museo mientras el narrador nos explica qué
contiene cada una de esas salas. Al final del capítulo el señor muere y no
sabemos quién es el asesino. Allí aparece entonces Elías, un joven ambicioso
con intención de publicar un gran artículo en El Planeta. En su periplo
conocerá a Irene Fo, al profesor Salomón Fo y al mayordomo Nabucodonosor
Orlock.
La
muerte de Don Ernesto Silva es un tanto extraña, un enorme esqueleto de
dinosaurio cae sobre él acabando con su vida. El asesino sin rostro seguirá
cometiendo sus ataques y esto nos mantendrá en vilo durante la novela. Elias
Arce acabará metido en la investigación casi de forma fortuita a pesar de que
él intenta estar a la altura de las circunstancias. Y todo esto gira alrededor
de la trama policial y un gran misterio científico, un proyecto en el que se
vieron involucradas muchas personalidades importantes y cuyo círculo se está
viendo afectado por el asesino sin rostro.
La
trama es correcta y está bien desarrollada, a pesar de ser muy convencional (la
muerte en el museo está trillada) el autor añade elementos durante la historia
que van endulzando y ayudan a que la obra adquiera más color y matices. A pesar
de ello, no me he sentido nada atraído por la misma y esto es algo personal,
las novelas de aventuras y misterio no suelen engancharme. Reconozco que los
personajes y ciertos detalles de la trama son muy interesantes y me han
mantenido en vilo, pero el hilo central me ha parecido insustancial. Es cierto
que este apunta a ser el posible primer volumen de una serie detectivesca, de
hecho la novela cierra dejando esta puerta abierta y quizá esto ha sido lo que
ha provocado esa reacción en mí. Como he dicho antes, lo mejor de la novela ha
sido la prosa. A veces no es tanto la historia como la forma de contarla, y
Luis Manuel Ruiz lo hace francamente bien.
Clásica
y con un claro aire anglosajón, la novela es un homenaje a otras obras como la
trilogía de Félix J. Palma (El mapa del tiempo), podemos ver detalles de La
liga de los hombre extraordinarios o quizá ejemplos más clásicos y conocidos
como Conan Doyle, Verne, Wells o Tardi. Si el lector tiene este bagaje
literario va a disfrutar enormemente con la novela, en caso contrario va a
descubrir una forma de contar una historia que me atrevería a decir que está en
desuso.
Es
curioso que autores como Ruiz cojan elementos de ciencia ficción y los adhieran
a una historia de aventuras y policíaca como El hombre sin rostro. La ucronía es algo que todavía no queda claro
si es o no es ciencia ficción, lo que sí queda claro es que de la forma que
Ruiz lo utiliza aquí, podría pasar el filtro. El autor escoge un período
temporal real, y a partir de ahí añade cambios intencionados para modificar el
curso de la historia conocida y por lo tanto tener una trama y una línea
argumental más maleable
En
conclusión una novela muy corta, de apenas 200 páginas que se lee muy rápido
debido al ritmo marcado por el autor. El estilo se recrea en descripciones de
lugares y personajes de forma muy hábil, de hecho, estos son más entretenidos
que las propias escenas de acción, que pueden parecer incluso forzadas dentro
de la narración y pierden esa ampulosidad de la narración. Una novela
sorprendente y muy, muy bien escrita.
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