Hay algo que queda claro tras
leer tres novelas de Emilio Bueso, él sabe de que quiere hablar en la
novela y como lo va a hacer. En este caso quizá ha sido el ejemplo más obvio,
hay una frase que se repite a lo largo de la historia: “El mundo en un puño, y en el puño, el acelerador”.
Acelerando es como empieza la
novela, con el gas a fondo, sumergiéndonos en el contexto de la historia,
envolviendo el entorno del norte canadiense. La Trans-Taiga, esa dilatada y
desolada carretera que cruza un lugar totalmente despoblado, se resiente ante
el rugir de los motores de dos custom.
Emilio Bueso vuelve a hacerlo, nos suelta en medio de la nada, en medio de un
espacio diáfano, extenso y austero. Otro de esos lugares temibles que el
planeta Tierra guarda para nosotros.
Esta noche arderá el cielo tiene un planteamiento muy interesante,
mezclando ideas ya ofrecidas por el autor en Diástole y Cenital (ambas
ganadores de los premios Celsius 2012 y 2013 respectivamente). Tenemos a un
gran protagonista, Mac, pero aun así la considero una obra coral, dotada de
muchos puntos de vista que nos facilitaran una visión global de la obra, además
de darnos muchos detalles y situaciones claustrofóbicas.
Los personajes, si en algo es
sobresaliente Bueso, es en crear personalidades. Creo que su especialidad son
los inusuales: artistas yonkies, esposas que no soportan una familia, heavyatas agorafóbicos, hippies
homosexuales… Todo un elenco variopinta que puebla su novela y la dota de
diversidad y según mi opinión, realismo. Todo tenemos a pensar que somos de lo
más normal, que nuestro vecino es normal y que nuestros amigos son normales,
hasta que descubrimos que nos da pánico hablar con una chica, que nuestro
vecino ha matado a su familia y se ha suicidado y que nuestros amigos son
pedófilos (hipotéticamente hablando, por supuesto). Las novelas de Bueso son en
este sentido, una lección moral. Todos somos inadaptados intentando adaptarnos
a la corriente de la sociedad que nos atrapa y nos arrastra. Sus personajes han
descarrilado de esa corriente. Algunos intentan volver, otros aceptan su irremediable
destino. Por lo tanto no solo Mac y Perla (la coprotagonista de esta novela) si
no todos los personajes muestran cicatrices internas, tan grandes y profundas
como la propia Trans-Taiga.
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Emilio Bueso jugando con tus emociones. Y lo sabe. |
Ambos personajes arrancan motores
y se disponen a recorrer esa carretera, esa gran cicatriz, para intentar
olvidar las suyas propias, para huir de ellas. Emilio Bueso no se lo permite y
los introduce en un viaje a lo más profundo de si mismos, a una introspección
de forma brutal, sin miramientos. A golpes.
Una de las cosas que más he
disfrutado en la novela es el tono. A veces he sentido escalofríos, ese toque
de horror que el autor confiere a toda la atmosfera, de lo desconocido y
bestial. En ese ambiente se desarrollan escenas duras, de humor, lecciones de
vida, violencia y en cierto modo, un humor muy negro. El estilo de Bueso lo
logra de nuevo y atrapa al lector en una vorágine de sucesos que te dejan con
la boca abierta de par en par y las yemas de los dedos peladas de pasar páginas
a toda velocidad. Porque ese es otro aliciente de leer a Emilio Bueso, lo
rápido que se leen sus historias.
Algo que no me ha gustado, y
aunque es meramente estético, es la portada. Y no solo que esa escena tal cual
no ocurre, si no que me parece poco trabajada y que no resume la esencia del
libro. Así como la portada de Diástole lo hace a la perfección, con esta no han
acertado.
Como apreciación personal las
novelas de Emilio Bueso tienen un efecto efervescente en mí. Mientras la leo y
a la posterior lectura, me siento eufórico, lleno de emociones en ebullición y
muy excitado. Las escenas, las situaciones, los personajes, todo es tan
potente, tan bullicioso que en esos momentos quedas atrapado. Pero en mi caso,
al pasar un tiempo, esa ebullición se enfría, y la huella que ha dejado es
bastante efímera. Esto es algo totalmente personal y no estoy diciendo que la
novela sea mala ni mucho menos, de hecho es al contrario. Recuerdo, como la
lectura encendió mis emociones y pienso que son unas sensaciones que no puedo recordar.
Hay que releer la novela para revivirlas. Como un chute de lectura.
Como darle gas a la moto.
“El mundo en un puño, y en el puño, el acelerador”.
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